24/2/11

¿Hipocondriaca yo?

Esta mañana he ido al médico. En realidad yo solo iba a cambiarme de médico de cabecera pero como aquí son tan pomposos, tuve que pasar por toda una rueda de reconocimientos que incluye actividades tan placenteras como transportar mi pipi en el bolso y el pánico que eso conlleva (entre rupturas potenciales del frasquito e ir a pagar con él por error).

El caso es que cuando me tomaron la tensión, la enfermera me pregunto si me encontraba bien. Yo que no había desayunado y andaba fantaseando con merendarme a algún niño de la sala de espera, mojadito en café, eso sí, pensé que estar a punto de desmayarme era parte de la situación. Pero cuando me pregunto de nuevo, me empecé a preocupar. Y es que yo que no soy nada miedica (una vez fui a urgencias porque se me había clavado en la garganta una mini espina de sardina pensando que se me iba a infectar y probablemente tendrían que amputar) de repente encontré que mis uñas resquebrajadas seguramente eran síntoma de falta de alguna vitamina sin la que no se puede vivir mucho tiempo (y yo llevaba tres meses ignorándolas, tic tac, tic tac); el dolor de cabeza, algún alien maligno creciendo la velocidad de la luz; el dolor de riñones, lejos de ser causado por mi cama Zen, era el manifiesto de una escoliosis inoperable; y el ojo de gallo que me quite del dedo pequeño del pie hace tres días... pues no lo sé pero seguro que estaba colaborando activamente a alguna de las múltiples enfermedades.

Dulces y otras medicinas



Después de unos momentos muy angustiosos en los que la enfermera es esforzaba en repetirme que no era nada importante (me pregunto si sospecharía tanto como yo del ojo de gallo) salí de la consulta para pedir cita con mi nuevo medico. Segura de que el actuaria raudo y veloz ante mi cuadro sintomático y que me dirigiría eficazmente hacia el neurocirujano, el traumatólogo, el podólogo y potencialmente el psicólogo, deje el centro de salud feliz y con aproximadamente 5 enfermedades más de las que entre.

Como ya no tenia ningún sentido preocuparme por el colesterol, hice una paradita para comprar un par de donuts rellenos de mermelada. Yo no sé si era yo la que tenía hambre, mis riñones, mi cabeza o mi ojo de gallo, pero el caso es que estaba como nueva a los 5 minutos. Sin ni un solo achaque y tres citas con el médico a las que asistir. Glupsss!

Lara Jones

22/2/11

La felicidad esta a tus pies

Últimamente mis mayores momentos de felicidad provienen de soluciones simples a la aplicación de los métodos de auto humillación compleja que yo pruebo rigurosamente de uno en uno.
Yo pensaba que mi momento más feliz de hoy era haber encontrado una botas Wellington (verdes de jardinero para el común de los mortales, Hunter para los seguidores de una drogadicta millonaria llamada Kate Moss) muy a pesar de que la nieve ya se está derritiendo y solo sirven para mantenerlas en el armario hasta el próximo desbarajuste meteorológico en el que volveré a hacer gala de mi valor y priorizar conservar mi dentadura sobre cualquier otro tipo de actividad incluyendo ir al trabajo.
Pero no, mi momento más feliz ha estado relacionado con una alcantarilla. ¿Puede una alcantarilla hacerte feliz? Si, sobre todo cuando un buen feligres la levanta, después de ponerse de barro hasta el bigote Movember (del mes de cáncer de próstata) para recuperar esas llaves de mi coche que tan estilosamente decidieron mostrarme que se habían puesto a dieta pasando por la mini rejilla de la alcantarilla perfectamente de lado (Murphy y su tostada son circunstanciales, mi llavero tiene dos lados y cayo de canto).
Tengo que decir que las alcantarillas estimulan más la felicidad cuantas más horas pasas a su alrededor y que mi subidon de endorfinas, adrenalina o algo acabado en ‘ina’ que me hizo volver a casa como la protagonista de una película romántica en al que acaba de conocer al hombre de su vida que ademas tiene cara de modelo de maquinillas de afeitar y abdominales de tableta de Cadbury, se vio claramente impulsado por las 3 horas en las que intente rescatar las llaves con la mano, con el palo de una escoba, pidiendo ayuda a la policía (mis técnicas de auto humillación cada vez se están volviendo más refinadas, a las pruebas me remito), visitando una tienda de herramientas y una de pakistaníes que son tan apañados como los chinos en España pero además hablan ingles o al menos lo intentan.
Efecto Spa de mi encuentro con la alcantarilla

Así que aquí estoy, con la satisfacción de haber conocido al hombre de mi vida pero sin él; con dos sets de llaves de coche, pero sin saber si uno funciona; con un alambre desatasca tuberías que usamos para embadurnarnos de barro y, secundariamente, ayudarnos a levantar la alcantarilla; el deshielo casi completado y una sonrisa en la cara de actriz de cine. ¿Quién necesita acido hialuronico con esta cura anti radicales libres llegada del subsuelo vía alcantarilla?

17/2/11

Eco! Cuando arrivo a... Roma

He vivido mi viaje a Roma como una super fan quinceañera: baje del avión dando saltitos e imaginándome los 5 fantásticos días que pasaría en la ciudad; entré en éxtasis en un supermercado al ver las manzanas (me pregunto cuántos genes comparten con las inglesas, porque yo creo que solo el nombre y, posiblemente por una mala traducción de alguien que se las daba de nivel ‘alto’ de inglés y se vio incapaz de enmendar su error); realicé el proceso de caza, captura y compra de blazer más rápido jamás visto sobre la faz de la tierra (30 segundo end-to-end y con un 70% de descuento) y, todo esto, en mi primera hora en la ciudad.
Evidentemente, aquello solo podía mejorar y yo a punto estuve de pintarme unas rayas en la cara con el pintalabios. Gracias a Dios en un momento de lucidez de contuve (fundamentalmente porque era rosa fucsia) y eso me permitió visitar todos los lugares emblemáticos  con objetivos claramente personalizados al universo Jones:
v  El vaticano: que aparte de aburrirme soberanamente con su exposición de Egipto (¿soy yo o vayas al museo que vayas siempre hay alguna momia? Y no me refiero a estas señoras de cartón piedra con olor a Chanel A.C.), me culturizó con la capilla Sixtina, me dio paz interior con su misa de 10.30 y me preparó para los nuevos pecados que espero que lleguen a mi vida, porque si no, le voy a poner una queja al Papa.
v  La Fontana de Trevi, que hace caja a base de procedimientos confusos. Porque la primera moneda que tiras es para volver a Roma, la segunda para casarte en Roma (envío de marido, implícito para las que no estén prestando atención) y la tercera es para casarte con un romano (a mí la nacionalidad me da igual, pero con la tercera seguro que aseguro lo de la segunda). Lo que no queda claro es si las tiras juntas o por separado y ademas no especifica cuantas más tienes que tirar para next day delivery.  Así que como mujer precavida vale por dos, tire 9 en total (tres a la vez, tres de una en una y otras tres para asegurar). Todo será que me envíe dos ex maridos y un marido.
v  Las catacumbas: que son muy parecidas al purgatorio. No solo porque si te pierdes en sus 12 km de longitud posiblemente tardes un tiempo muy cercano a una eternidad en encontrarte, sobre todo si tienes un GPS interior parecido al mío (ni campo magnético  ni comunicación con satélites) sino porque si no planificas la visita (como fue mi caso) puedes acabar andando un total de 3 km (1.5 km por coger el autobús equivocado + 1.5 km por perderme) para finalmente descubrir que están cerradas y tienes que volver al día siguiente.
v  El coliseo: ahora ya tengo una idea más clara de cómo mandar a los bandidos que pasan por mi vida a los leones. Y el pulgar para abajo preparado para dar la orden de merienda inmediata.
Como no me iba a gustar una ciudad que esta en un pais en forma de bota!!

Lo que no ponía en las guías, y aunque lo hubiera puesto habría dado igual, porque yo a estas alturas he leído un total de cero y eso que he ido y he vuelto con éxito (fundamentalmente porque los pilotos siempre aterrizan en el lugar correcto, sin necesidad de seguir mis instrucciones) es que un trayecto de 500 metros a plena luz del día a pie puede llevarte 2 horas (velocidad de escaparate, parada en todas las tiendas, optimización del espacio en las bolsas y movimiento en zigzag cambiando de acera cada 3 metros longitudinales) y 10 minutos por la noche; que las pastelerías son antros de perversión llenos de pecados diversos (napolitanas, donuts, brioches…); que te gustarán todas las comidas (reforzando el pecado de la gula, menos mal que tienen el Vaticano al lado); y la mayoría de los italianos (ayss, otro pecado para la lista); que el conocimiento llegara a ti por osmosis con las piedras del fórum (lo bien que sientan las siestas al sol) e que incluso te plantearas mudarte allí porque aunque posiblemente necesites un trasplante de tobillos (¿ quién invento el empedrado?), no te puedes resistir ni al encanto de la ciudad, ni a su sol, ni a sus sabores, ni a su diseño italiano ni, ay, a su acento.
Así que enamorada como una quinceañera, me declaro fan incondicional de Roma, pero sin mechero que seguro que me prendo el esmalte de uñas y pone en el tarro que es altamente inflamable.

15/2/11

Ejercicios de iluminacion

Lo bueno de los días inesperados de vacaciones es que como tus amigos están todos trabajando tú te puedes dedicar a tareas de lo más gratificantes: cambiar de médico, quejarte a EasyJet y encontrar el contador de la luz por el que te quieren cobrar como si estuvieses iluminando todo Chelsea y no tu coquetísimo apartamento de 2m x 2m.

El caso es que ha sido toda una experiencia. Empezando por llamar a la compañía eléctrica que me confirmó por vigésimo quinta vez que tiene pinta de que el contador en si mismo existe mientras piensan en editar un libro de instrucciones de 400 páginas con DVD explicativo para torpes sin fronteras, asociación para la que yo me estoy ganando a pulso el puesto de presidenta. Y siguiendo por bajar al cuarto de contadores. Lo peor del cuarto de contadores no es que tenga una puerta que parece que lleva directa a una película de terror. Ni que mi hermana averiguase que mi vecino, si, si, el que se pasea en calzoncillos con la camiseta interior metida por dentro y calcetines hasta la rodilla y parece hermano del asesino de psicosis ,lava la ropa en una lavadora que casualmente esta estacionada allí. Ni que las arañas sean más grandes que los ferries que unen Dover con Calais. Lo peor es que no existe un solo ser humano familiarizado con este modelo de contador. Porque evidentemente, todos los que los fabricaban o conocían murieron de viejos hace al menos 50 años.

Maniobra de aproximacion al cuarto de contadores
Y es que si no llega a ser porque el cuarto se llama cuarto de contadores, igual hasta llamo a la tele pensando que acabo de encontrar un proyectil de la primera guerra mundial. Es que hasta me imaginaba en las páginas interiores del diario del metro poniendo “casa de ciudadana de medio pelo” y señalando orgullosa el objeto de la situación más apasionante de mi vida.

El caso es que pasé 15 minutos angustiosos contando los contadores, comprobando números de serie y fundamentalmente rezando para que el ruidito de cuenta atrás de bomba que hacia uno de los artefactos no llegase a cero mientras yo intimaba con las arañas. Y al final allí estaba, al final del cuartito, para añadirle emoción al asunto, y sorprendentemente nuevo. İEs que hasta era digital!!

Así que con los deberes hechos, satisfecha por haber perdido la presidencia de la asociación de torpes (sinceramente espero que alguien se la merezca más que yo) y con el numerito de lectura en la mano y la prueba de que no ilumino Chelsea sino mi mini apartamento, subí de nuevo a mi casa. ¿Quién no se ha sentido feliz después de superar una prueba del destino? Aunque sea encontrar el contador de la luz :).

10/2/11

Liandome como la pata de un romano

No todo el mundo cumple años todos y cada uno de los años el día después de San Valentín (lo de no tener una cita vale, pero lo de envejecer de golpe al día siguiente…). Yo no sólo los cumplo puntualmente sino que ademas este año cumplo “veintitodos” o, como diría mi sobrino si lo tuviese, “veintidiez”. Y como allá por agosto vi gestarse la tragedia de una cita a tres bandas, o lo que es lo mismo una ‘girls night out’ porque el único pajarito que teníamos revoloteando a nuestro alrededor era el icono de Twitter, empecé una cuidadosa maniobra de desgaste con varios objetivos:
1.       Evitar el dispendio de mandarme flores a mi misma a la oficina. Además me ahorro ensayar la cara de sorpresa, que últimamente cada vez me cuesta más.
2.       No tener que fingir interés por los planes románticos del resto del mundo. Junto con la cara de sorpresa, la cara de interés es una de las que peor me salen.
3.       Minimizar la visualización de corazones rojos all over. Y si puede ser ahorrarme el trauma de imaginarme a todos los desastres estéticos femeninos que veo cada día con uno de esos conjuntos rojos de lencería de tercera regional que están en todos los escaparates. Nota mental: tengo que revisar la encuesta Durex porque me parece sospechoso que todo gire en torno a chocolate y lencería en este país.
4.       Hacer un plan interesante que me ahorre las otras tres: las flores porque no estaré en la oficina, la cara de interés porque sere yo la que hable (que finjan el resto) y ver corazones rojos porque estare ocupada estresandome en un spa (a mí la paz y la tranquilidad me ponen de los nervios) / perdiéndome en una ciudad (la mía o la de otros, mi sentido de la orientación no hace distinciones) / comprando ropita (¿cuando llega la primavera a El Corte Ingles?) / tomando té con scones  en un hotelazo (todavía estoy ronroneando con las fotos del Ritz y su té de las 5).
Como Zamora no se ganó en una hora, allá por Octubre llego la rendición: Nos vamos a Roma. Y es que es una ciudad llena de ventajas: tiene el Vaticano para ponerle velas a los santos (que falta nos hace), la Fontana de Trevi (plan b por si los santos no funcionan), catacumbas (simulación del purgatorio, para que yo me vaya haciendo a la idea o, si paso mucho frio, vaya trabajando en la eliminación de los malos pensamientos),  obras de arte (los italianos en sí mismos y lo que pintan y esculpen también), comida-comida (concepto desconocido en UK) y además la posibilidad de volver más liadas de que la pata de un romano.
Version moderna de gladiador romano
Así que llevo un par de días jugando al tetris mentalmente para ver como meto en el equipaje de mano mis básicos de belleza (que ocupan por si mismos una maleta grande), algo de ropa (he reducido mi lista habitual a solo tres modelitos por día), 100 monedas para la Fontana de Trevi (es que robar el cepillo de una Iglesia tan cerca del Papa no puede ser un gran éxito) y… ¿un GPS?  Porque después de perder mi fantasía de los bomberos a manos de un cincuenton irreverente (ver post ‘Mis cuerpos ex favoritos’) no estoy  dispuesta a perder la de ‘mas liadas que la pata de un romano’ a manos de mi sentido de la orientación.
¿Vendrán marcados en el mapa lugares para encontrar gladiadores modernos?

8/2/11

El hombre y... Londres

Creo que hay un animal apareándose debajo de mi ventana. Pensaría que es mi vecino pero su decisión estratégica de tener su puerta enfrente de la mía para verme mejor (como el lobo de Caperucita pero en calzoncillos y sin gorro de dormir, al menos hasta donde yo he visto) lo hace inviable.
Por los ruidillos de medio pelo, podría ser un zorro aunque igual es la ardilla que casi se me cuela en casa el otro día (ya me veía blandiendo mi aspirador de mano Black and Decker para echarla, porque lo de tener alfombras hace imposible echar a nadie a escobazos) o uno de los bichos con múltiples patas que se me colaron durante todo el verano (sin embargo, sospecho  que estiraron la pata en algún punto entre la compra de anti insectos  y la ultima nevada).
Aunque también podría ser una de mis especies autóctonas favoritas: los city animals. Cada vez que veo uno solo o en pareja, suena en mi mente la música del El Hombre y la Tierra, con la voz del gran Félix Rodríguez de la Fuente (sin recuperar estoy del episodio en que el que el águila despeña a la cabra).  Tururururu… El city macho se bebe en el club hasta el agua del canario. Tururururu… Tururururu... la hembra se viste como en Julia Roberts en Pretty Woman antes de conocer a Richard Gere pero sin fines comerciales. Tururururu..., la hembra  hace entrada triunfal luciendo exactamente como el resto de las féminas, que son un 80% del público del club, y también se saltaron la clase de marketing de estrategias diferenciadoras. Tururururu… el macho se relee el procedimiento de gestión de candidatas, capitulo “mucho arroz para tan poco pollo”.
City Macho boquiabierto ante la carga de trabajo nocturna

Tururururu... la hembra  decide hacer suyo el ‘stay out of the crowd’ intentando saltar más alto que sus competidoras (como en un concierto heavy pero con los pelos lavaos y tacones, que  mezclados con movimientos gimnásticos aseguran un esguince). Tururururu… el macho se lía, se le mezclan las hojas, la noche le confunde y decide arrimarse a la que esté más cerca y no le pise el juanete con el tacón de aguja (pacto de no agresión implícito). Tururururu… se dedican al restregón pero sin música de reggaetón. Tururururu... pasan la noche juntos, potencialmente más durmiendo la mona que dedicándose a actividades erótico-festivas. Tururururu… Tururururu...… al día siguiente, el macho se va sin dejar huella. Es un nuevo día en la sabana londinense. Comienza la cacería de nuevo.
Y yo mientras sigo con estos ruidos debajo de la ventana. ¿Venderán en Tesco sprays anti lujuria?

3/2/11

Guate, aqui hay TOMATES!!

A los ingleses les gusta andar descalzos. Es un hecho. Y les gusta por encima de su salud (algunos van como nazarenos por la calle, descalzos y en refajos, eso sí, sin látigo para fustigarse), de su higiene (las madres obsesionadas con los papilomas creo que solo las comercializan en España porque no he visto ni una chancla en los vestuarios del gym) y  del sentido de la dignidad (el número de juanetes desarropados que he visto en las fiestas en un año supera con mucho todos los que haya podido ver previamente).
A los ingleses también les gustan los tomates.
Dieta mediterranea

Y me encantaría elucubrar sobre las posibles formas en las que comen tomates, se manchan felizmente y cómo ignoran la existencia de Kalia Oxyaction Crystal White, pero no, porque lo peor es que a los ingleses les gusta andar descalzos y los tomates. Así todo junto. Sin avisar ni nada.
Y,  ¿qué pasa cuando estás en la oficina, uno de tus compañeros se levanta descalzo y solo pasa por tu mente una cosa: Guate, aquí hay tomateSSSSSSSSS!!!? Porque aquello no era el agujero del despiste que siempre te encuentras en el control de seguridad del aeropuerto y que hace que estés a punto de romperte la cadera en tres secciones intentando disimularlo. No, aquello era el multiagujero. Una colmena de abeja extrafina perfectamente adosada al pie. Si me llega a decir que me presenta a la abeja reina me hubiera agachado a verla con detalle e incluso le hubiera preguntado por el zángano...
Adaptacion inglesa de la dieta mediterranea

En los 5 minutos de conversación, tuve que dedicar un total del 90% de mi talento a alejar de mi mente las voces mejicanas, el anuncio del tomate frito Orlando y toda referencia a apicultura, coladores, y abuelas cosiendo calcetines y un 10% a intentar averiguar cuando tenía que asentir (body language en estado puro, con las orejas completamente taponadas por la voz del mejicano del tomate y la voz de mi conciencia arrepintiéndose por no haber asistido nunca a ninguna clase de relajación/meditación/bloqueo instantáneo de risa).
Ni que decir tiene que ya he estado buscando un seminario de yoga opción aprendizaje exprés.

Alguien me puede recomendar alguno?

1/2/11

Correr, correr, correr...

Siempre he sido una gran fan de no correr a menos que me persigan o que pierda el tren. Sin embargo, en vista de que últimamente cada vez que voy a gym parece que me mudo incluso cuando no llevo mis alforjas con dos toneladas de productos básicos  para solamente ducharme, he decidido que hoy tocaba correr. Así, a palo seco, sin anestesia ni nada.
Después de ponerme mi look de corredora más profesional que ha terminado siendo muy parecido al del mendigo veinteañero que toca un cono de tráfico a modo de trompeta cerca de donde trabajo, he salido a la calle  con el iPod en el sujetador (porque llevarlo colgado del brazo me parecía tentar a la suerte) decidida a batir todos los records (el del ridículo ya lo tenía ganado, así que me enfoque en los otros).
Y vaya que si los he batido. En mi media hora de ejercicio he debido de correr hacia delante de la forma tradicional (misionero de corredor para entendernos) alrededor de 10 minutos. El resto del tiempo he estado: corriendo hacia los lados, agachándome, dando saltos laterales, dando zancadas y hasta pisando una caquita de perro que había en un tramo oscuro del camino.
La senalizacion para mis actividades deportivas al aire libre

Y la verdad, ya con la suela limpia reflexionando los acontecimientos, creo que ha sido media hora altamente satisfactoria tanto para mí como para el vecindario. Y es que mientras yo me sentía super glamourosa hacienda mis cabriolas de pulga de circo feliz al ritmo de Rihana, mis vecinos disfrutaban de un espectáculo mezcla de "para atrás como el cangrejo", "la cucaracha" y la cabra de los gitanos con especiales reminiscencias al momento en el que se sube a la escalera y da vueltas sobre sí misma.
Así que hare caso a los gritos de ‘otra, otra’ (me siento como la reina del pop en su ultima canción del concierto) y repetiré cualquier día de estos. Solo espero que las viejecitas estén cenando a esas horas y no reporten la presencia de una loca peligrosa disfrazada de mendiga agachándose y saltando sospechosamente en los alrededores de su casa.

Alguien sabe si desde comisaria se puede acceder a blogger?